Kaplún explica que “cuando hacemos comunicación educativa, estamos siempre buscando, de una y otra manera, un resultado formativo. Decimos que producimos nuestros mensajes ‘para que los destinatarios tomen conciencia de su realidad’, o ‘para suscitar una reflexión’, o ‘para generar una discusión’. Concebimos, pues, los medios de comunicación que realizamos como instrumentos para una educación popular como alimentadores de un proceso educativo transformador” (Kaplún, 1998: 17).
De todos modos, y como dice Sierra Caballero, no parece que haya un consenso en cuanto al significado y alcance del término comunicación educativa .
Kaplún afirma que “lo que definirá la concepción de Comunicación Educativa por la que se opte en los años venideros será el valor que ésta le asigne a la formación de la competencia comunicativa y a la expresión del educando en el proceso de apropiación del conocimiento; la medida en que siga concibiéndolo como un educando-oyente o se proponga constituirlo como un educando-hablante” (Kaplún, 1998: 244).
Desde mi punto de vista, este término hace referencia a la perspectiva educativa de la comunicación. Dicho de otro modo, creo que hace referencia a un proceso comunicativo con intención educativa. Si entendemos la comunicación como un proceso de diálogo con un objetivo común para los participantes, en este caso estaríamos hablando de un diálogo que tiene como fin el aprendizaje conjunto de destrezas, habilidades y competencias a la luz de objetivos educacionales.
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